Lo primero ha sido perder la vergüenza. Cuando no te responden las piernas no puedes ir andando al baño por muy cerca que lo tengas, y dependes de otras personas y de extraños recipientes de plástico.
Vuelves a la infancia de chupete y orinal, a ese remoto tiempo en que no hacérselo encima ya era toda una victoria.
He aprendido a dar las gracias una y otra vez ante cualquier pequeño gesto de solidaridad.
Al acercarse a la Navidad me he acordado de unas décimas que compuse para celebrar el solsticio de verano. Tenían que ser una felicitación de la noche de San Juan, pero un familiar enfermó y me quedé sin poderlas recitar.
Es una mezcla de piratas del Caribe con el episodio Trafalgar de Perez Galdós, con unas gotas de magia de sangre de Tim Powers.
Se lo regalo hoy a ustedes para celebrar la Navidad. Pinchen el enlace y siguen el hilo:
Escribo esto para entretener el dolor, que vuelve con cada movimiento. Basta con intentar doblar la rodilla para que vuelva un chispazo eléctrico que me hace gritar.
Mi madre se llamaba Pilar Y era dura como un cancho Y por eso me reengancho. Si hay que volverme a operar Seré duro de pelar. En los médicos confío Y de la muerte me río en El Pilar donde estoy. Mi cumpleaños es hoy En tus manos quedo, Dios mío.
Resonancia magnética. Para vencer la claustrofobia imagino que soy un programa ejecutándose dentro de la máquina. No puedo moverme, no veo mucho pero tengo memoria. Y desde la memoria ejecuto los recuerdos. Empiezo por lo más sencillo aprendido en el colegio. Tres padrenuestro y tres Avemarías. De ahí salto a la poesía. Quevedo y Miguel Hernández. Una canción de lluis llach, la gallineta. Espronceda, la canción del pirata. Veinte presas hemos hecho a despecho del inglés...
Mi buen amigo David Bravo me deja de vez en cuando mensajes en el teléfono donde me llama Cal Lo, con su gracioso deje sevillano, que suena como Kahlo.
Con mis dolencias de columna vertebral el cachondeo en los pasillos del juzgado será épico.
Antes de la operación de columna le dejé prometido a mi tía Dioni que íbamos a recorrer el camino de Santiago desde Astorga. Ahora tengo que doblar la apuesta, así que el sacro camino me va a llevar por toda la Vía de la Plata.
Tengo que hablar muchas cosas con la matriarca de #LasAlmeida, así que será mejor que el camino sea bien largo.
Por haber dado un mal brinco Dos vértebras se han herniado La cosa se ha complicado En L4L5. Por el sacro te la hinco: Me han infiltrado un puñal como un espolón naval Y el sacro ha dado un chispazo: Eléctrico latigazo Que me ha jodido el Nadal.
Nueve maratones han dejado Mi espina dorsal muy castigada Pero ni el dolor del parto, ni el del cólico nefrítico es comparable al dolor del latigazo lumbar. Es como una descarga eléctrica en el sacro que te deja de golpe sin piernas y llorando en el suelo Porque el calambre sigue Y sigue Y sigue Cada vez que mueves la pierna. Y eso si puedes moverla. Con todo estoy bien, Acabo de echar unas risas Con la doctora de guardia. De esta salgo andando Con mis propias piernas
Mañana cumplo sesenta y dos años. 62, de la quinta del 62. Se lo cuento al enfermero, que tiene 21, y se ha venido de Granada a Barcelona. Ya tienes novia, no volverás a tu tierra. Si lo sabré yo que vine en la barriga de mi madre y todavía no he podido volver al sitio donde me engendraron. 62 años de exilio, y justo cuando voy a volver, Barcelona me ata las piernas.
El hospital del Pilar se ha convertido en mi segunda casa. La verdad es que se come muy bien. Mi madre se llamaba Pilar, así que puede decirse que como comida casera.
Las infiltraciones sacroilíacas son parecidas a un caballo de madera. No hay que fiarse de los regalos que traen los griegos, estoy de nuevo hospitalizado.
Infiltraciones sacroilíacas. Me suena a estrategias y tácticas de asalto en la guerra de Troya, a campo minado. Y sí, la columna vertebral de un abogado de sesenta y dos años es un campo de minas. El médico es un hoplita. Clava con saña una aguja larguísima en la rabadilla, y lo peor es que no le puedo tratar como un enemigo, porque me está curando.