He dejado de tener nombre e identidad.
Solo soy el que grita al fondo del pasillo.
Escribo esto para entretener el dolor, que vuelve con cada movimiento. Basta con intentar doblar la rodilla para que vuelva un chispazo eléctrico que me hace gritar.
Solo hay una cosa que me hace sonreír.
No solo soy el que grita al fondo del pasillo.
Todavía soy el hijo de la Pili.
Hay otra identidad detrás del dolor.
Soy el hijo de la Pili.