Porque claro, lo educado es decir que no. Esto lo aprendí por la tremenda bronca aquella. Desde entonces, siempre que me ofrecían algo en casas, yo decía educadamente que no. Hasta que un día la Anita me ofreció unos dulces y yo que no y que no. Bueno, tremenda bronca de mi madre porque cómo se me ocurre decirle que no a la Anita, que a la Anita había que decirle que sí, que vaya feo que le había hecho.
Os juro de verdad, que yo no entendía nada. Tenías que ir aprendiendo por ciencia infusa.+