Dicen que los gatos negros dan mala suerte
que las cosas pasan por algo
que Dios aprieta pero no ahoga
y un sin fin de frases hechas
que deshace a quien las niega.
Yo que nunca fui de arrepentirme un domingo
que huí por cualquier claro de luna
que temí a las cucarachas
hasta que leí a Kafka,
preferí bajar al infierno
y ponerme a escribir
sacar mis propias conclusiones
de por qué lo que afirman en un sitio
es totalmente imposible en otro.
La tierra que te acoge
no tiene el poder de convertirte
en un ser prepotente
o un desgraciado para siempre.
Así comenzó mi fascinación por los esqueletos
adorar una estructura que sujeta
y protege los órganos internos
me convenció por completo
de que entre líneas
todos nos rompemos.
Bajo el don de la palabra
no existe cielo
que merezca plegarias,
mira mamá
soy fiel a lo de dentro
no he conseguido nada
soy feliz con lo que tengo.