Hoy en futurismos…
Una posible consecuencia del uso de IAs generativas en los procesos creativos, podría ser, por un lado, la revalorización del proceso creativo y, por otro, la devaluación del producto creativo.
Conforme las IAs vayan ofreciendo combinaciones más originales de las obras que plagian, y conforme los creadores vayan utilizando mejor sus capacidades para crear obra realmente original, puede que asistamos a una explosión de producción artística que, por exceso de oferta, devalúe la obra.
(Algo parecido a lo que ha ocurrido, hace bien poco, con la fotografía).
Eso, inevitablemente, pondrá en primer plano la cuestión de para qué queremos el arte.
Estarán quienes solo estén interesados en consumir un arte hecho a la medida de sus gustos particulares, para satisfacer deseos y necesidades puramente onanistas y hedonistas.
Para estos consumidores, el arte IA será, probablemente, una nuevo estadio de satisfacción de su amada cultura comercial.
Y luego estarán quienes estén interesados en el arte porque están interesados en las personas, es decir, en la experiencia subjetiva humana. Y para estos últimos, el arte solo tiene sentido como expresión estética de una humanidad, de un vivir, ya sea personal o colectivo.
Para ese segundo grupo, entiendo que se reforzarían las propuestas artísticas en las que el proceso humano de creación forme parte de la obra.
Igual que hoy existen productos artesanales o producidos desde criterios éticos, (en los que el relato de cómo se han producido forma parte de lo que compras y de lo que pagas), el arte nacido de la “inteligencia artesanal” pondrá en primer plano, para darle valor, el cómo se ha llevado a cabo, él cómo se ha realizado.
El proceso como forma de arte; el resultado (la obra) como consecuencia secundaria.