Una clase trabajadora que honra sus orígenes multiraciales y multiculturales apoyando los derechos de las minorías, como ha demostrado cada vez que fue escuchada en los espacios de poder.
Pero que, más allá de ver con tristeza la quita de derechos, no se siente identificada con un reclamo sectorial al punto de movilizarse por él.
Una columna multicolor sería aplaudida si participara de una huelga general, cumpliendo el rol de la parte dentro del todo.
Pero la locura exclusivamente identitaria sólo sirve para romper el todo, para atomizarlo en un millón de intereses sectoriales.
Para quitarle poder al pueblo.
No seamos giles.