Cuando las marcas de coches hablan de #MovilidadSostenible lo hacen bajo el paradigma de una electrificación 1:1, es decir, un coche eléctrico por cada coche térmico existente. Es una política suicida y una perspectiva anti-ecológica. Una más adecuada sería 1:10-1:20, un coche eléctrico por cada 10 a 20 vehículos térmicos existentes, priorizando el caminar, el pedalear, el transporte público colectivo, el transporte público no colectivo (taxi, principalmente), el carpooling, el carsharing y, finalmente y en ultimísima instancia, la posesión de un vehículo particular.
En 2019, un grupo de científicos británicos enviaron una carta al Comité sobre el Cambio Climático del Reino Unido que empezaba tal que así:
"Para sustituir todos los vehículos que circulan actualmente en el Reino Unido por vehículos eléctricos (sin incluir las flotas de vehículos pesados y de gran tonelaje), suponiendo que utilicen las baterías NMC 811 de última generación, que consumen menos recursos, se necesitarían 207.900 toneladas de cobalto, 264.600 toneladas de carbonato de litio (LCE), al menos 7.200 toneladas de neodimio y disprosio, además de 2.362.500 toneladas de cobre. Esto representa poco menos de dos veces la producción mundial anual total de cobalto, casi toda la producción mundial de neodimio, tres cuartas partes de la producción mundial de litio y el 12% de la producción mundial de cobre durante 2018. Incluso si se garantizara el suministro anual de vehículos eléctricos únicamente a partir de 2035, como se ha prometido, el Reino Unido tendría que importar anualmente el equivalente a todas las necesidades anuales de cobalto de la industria europea."
Si el objetivo es preservar el parque automovilístico mundial existente (más la adición de más parque a medida que otros países alcancen nuestro nivel económico) el resultado será catastrófico. Casi habría que doblar la extracción de materiales destinados a construir estos objetos. Es una política que no tiene ningún sentido.