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Por partes. Países Bajos es un país bastante poco denso. Japón es un país grande con densidades muy variables. En cualquier caso, el uso de la bici se debe analizar a nivel local: municipal o metropolitano.
Hay muchos ejemplos de municipios muy poco densos, muy poco llanos y con mucho frío o nieve en los que la presencia de carriles-bici hace que la gente pedalee. En Suiza y Noruega hay un montón de ejemplos.
En relación al PIB, no suele ser un buen indicador de la capacidad de ciclabilidad, sino una consecuencia (parcial) de haber desplegado infraestructura ciclista. Invertir en carriles-bici eleva la calidad de vida y los salarios, y con ello la capacidad de compra y los precios de venta. Se factura más.
Poner carriles-bici, sendas verdes y teleféricos aporta posibilidades no contaminantes y activas (el teleférico no). Ayudan al que lleva el pan aunque sea porque quitan coches de en medio y su furgoneta se atasca menos. Pero el del pan también puede ir en bici de carga. Bonus: los teleféricos pueden hasta reducir la delincuencia de golpe, como pasó en Medellín.
Pero al lío que nos ocupaba: la obtención de permiso de circulación de tipo B es un regalo, a menudo ni siquiera se hace un control básico, es el coste de haber externalizado el sistema y que el que te expide el carnet sea el que recibe el dinero. Debería hacerlo el gobierno con personal público. Ya os digo yo que la mitad de la gente se queda fuera. (A favor)