Este año despedimos a mi abuela. Se llamaba Florinda porque su madre viajó un día a Portugal y le gustó el nombre. Fue a la Alberca y copió con lápiz varios dibujos que tejió por todas partes durante décadas. Tuvimos la suerte de que conociera a su biznieta cuando los de su edad caían con la pandemia.
Un día, contándonos que se disfrazó de hombre para poder ir a una fiesta, no os dijo "yo no me quedao con ansia de na".