El cuerpo tiene un límite.
Cuando el dolor ya no es un aviso, sino un ultimátum, es que hay algo que no estamos haciendo bien.
Hemos limpiado garajes llenos de aguas fecales, estamos incumpliendo TODOS los protocolos de seguridad. Hay Unidades de bombers forestals que tras sus dos días de trabajo, la mitad de sus componentes están enfermos, con diarreas o vómitos.
Los bomberos urbanos (oh, sorpresa) se niegan a entrar a esos garajes.
¿Habéis leído algo sobre eso en las noticias?.
Yo tampoco.
Eso es el puto infierno. La situación no mejora pese a todos los esfuerzos. Todos los compañeros con los que hablo están con la moral bajo mínimos.
Nunca pensé que viviría algo así.