Es curioso el poder de comprarte una mantita, algo que te gusta mucho por tres duros y que luego te produce químicos de los buenos con solo mirarlos, saber que existen cerca. Lo de que lo material no te hace feliz es una soberana estupidez. Somos humanas, nos gustan las cosas. Manipularlas, sentirlas. Las convertimos en parte de nuestra historia, la entremezclamos con nosotros mismos. Objetos que se convierten en pequeños mitos, a veces incluso compartidos. Es una chaladura hacerlo, pero en fin.