Bilbao tiene el evento de divulgación científica más importante de España. Pero no tiene ni un solo museo dedicado a la ciencia. Ni un acuario, ni un jardín botánico, ni un zoo, ni un museo de historia natural, ni un… ya lo vais pillando.
A cambio, cuando llegas desde cualquier destino, en el aeropuerto encuentras carteles gigantes con fotos de un gran edificio de planta oval, donde dice “no es un estadio, es una catedral”. Y viendo el panorama general, con el fervor religioso imperante en este contexto, el mensaje es catastróficamente cierto.
Aunque para ser justo, debo decir que ese mensaje se me antoja tan negativo que no entiendo cómo a alguien experto en mercadotecnia puede pensar que sea una buena idea.