Cuando conseguí superar la adicción a la tuiterina mediante la mastodona, muchas personas me dijeron que me arrepentiría, que Mastodon era un erial, que desaparecería de la red y que no sería nadie.
Siete meses después sigo sin recaer en la adicción tóxica a la red del pájaro, y escribo aquí cosas que hubiesen sido imposibles en la jaula, donde no hay sitio para la literatura o la poesía, solo para el odio.
Prefiero ser nadie antes que ser esclavo.