Según Matthew Daniel Green, criptógrafo y tecnólogo de seguridad en la Universidad John Hopkins, la elaboración de su reglamento sufría de una evidente escasez de aportaciones científicas. “En la primera evaluación de impacto de la Comisión Europea casi no hubo aportes científicos de fuera, y eso es algo realmente sorprendente, ya que Europa tiene una maravillosa infraestructura científica, con los mejores investigadores del mundo en criptografía y seguridad informática”, dijo. Green advirtió de que la tecnología de escaneado basada en la IA atentaba contra el cifrado y podía exponer a las plataformas digitales a ataques maliciosos. “Al tocar los modelos de cifrado incorporados se introducen vulnerabilidades”, dijo. “La idea de que vamos a poder mantener conversaciones cifradas es totalmente incompatible con estos sistemas automatizados de escaneado, y está diseñado para que sea así”.
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